Namaste AngelicalmenteHoy me siento a escribir este «Momento» desde el fondo de mi corazón, pues he adoptado como mi saludo personal «Namaste, mi divinidad saluda y reconoce la divinidad que habita en ti”, por ello muchas veces lo incluyo en mis publicaciones, lo que ha generado que muchos me pregunten sobre su significado. (Te invito a regalarte un momento de paz, haciendo click aquí)

¿A quién le dirías Namaste?, ¿te lo dirías a ti mismo mirándote al espejo?

Namaste, es un palabra proveniente del Sanscrito, “Namas” que traduce “reverencia”  y “te (taum)” que significa “a ti” (Namas + Te) lo que en sentido literal traduciría “me inclino ante ti”.  Sin embargo, para muchos es un saludo más especial y con mayor significado, pues reconoce la Unidad, la presencia de la divinidad en todos nosotros, y por ende, es un saludo que nace desde el alma y en el cual reconozco al ser de luz, a la esencia propia del Creador, en cada persona.

Es por ello que hoy te digo, “Namaste, mi divinidad saluda y reconoce la divinidad que habita en ti” y te propongo cerrar los ojos y sentir esa luz interior que siempre te ha guiado, es voz que te ha acompañado en momentos de soledad, ese calor que llega a tu corazón en el abrazo que te da un amigo. Todos estamos conectados, todos somos agua, todos somos tierra, somos seres espirituales viviendo una experiencia terrenal como decía Wayne Dyer, todos somos parte de la divinidad y por ello hoy saludo y reverencio la unidad que nos acerca y nos hace estar juntos en este plano.

¿A quién le dirías Namaste?, ¿te lo dirías a ti mismo mirándote al espejo?; ¿se lo dirías a los compañeros de oficina?, ¿crees posible que reconocer que todos somos seres de luz en lo más profundo, podría ayudarte a cambiar la forma en que percibes el mundo?, ¿Por qué no darte una oportunidad para expandir el corazón?.

Cuando dejas de ver a las personas, como el fruto de situaciones espontaneas y aisladas y comienzas a ver en ellas lo que ves en ti, que son seres con angustias -igual que tu-, con miedos –igual que tu-, con defectos y cualidades – igual que tu-, con sueños –igual que tu- comprendes que en tu corazón está el poder de hacer cada de día un día especial y mágico, donde sonreír vale la pena, reír vale la pena, llorar vale la pena, ya que en cada sensación, en cada momento, podemos celebrar esta vida, esta experiencia terrestre, este proceso sabiendo que la divinidad habita en mí y en todo lo que me rodea.

Hoy me inclino ante ti, y te agradezco por leerme, hoy me inclino ante ti por estar presente en este mundo haciéndolo especial y diferente, hoy me inclino ante ti, reconociendo el ser maravilloso, único que eres, que es irreemplazable y que merece ser feliz.

Namaste, mi divinidad saluda y reconoce la divinidad que habita en ti